domingo, 25 de agosto de 2019

¿Qué evalúo?

Este módulo del curso EVAD nos invitó a reflexionar y conocer más sobre el proceso de evaluación. Sobre todo, en relación con la tarea de la recolección de información. Tarea que los docentes realizamos muy a menudo y de manera excluyente. Ahora bien, teniendo en cuenta que esa información "debe ser información relevante para fundamentar luego juicios y decisiones que llamamos evidencias de aprendizaje en nuestros alumnos", conviene preguntarnos: ¿recolectamos eficazmente dichas evidencias? ¿priorizamos la utilización de instrumentos valiosos y genuinos para obtenerlas? Estos interrogantes deben encabezar una reflexión que, como poco, nos debe poner a pensar en nuestro quehacer educativo y, como mucho, hacernos sentir un poquito incómodos con lo hecho hasta aquí. 
La evaluación es quizás la dimensión o la instancia del proceso de enseñanza-aprendizaje que pienso con mayor respeto y minuciosidad. Ya comenté en un posteo anterior que hace dos años he iniciado un proceso de reformulación de mis hábitos y prácticas de evaluación que, por suerte, me está ayudando a contribuir al progreso y autorregulación del aprendizaje de mis alumnos, a ser más justa y objetiva a la hora de evaluar, a construir y transparentar criterios lógicos de evaluación desde el principio. Y respecto a esto, las rúbricas constituyeron para mí todo un hallazgo. 
Constituyen un instrumento más que valioso a la hora de recoger esas famosas evidencias de aprendizajes que tanto ansiamos visibilizar. La metáfora de que son como una "hoja de ruta" me parece totalmente adecuada y característica de una rúbrica bien construida y bien empleada. Debo confesar que su confección no es sencilla, pero luego allana el camino y facilita de sobremanera el proceso de evaluación para nosotros los docentes, así como arroja gran claridad en los alumnos. Día a día trato de implementarlas y cada vez con mayor éxito. A los alumnos les gusta, tiende a disminuir en ellos la ansiedad, el temor frente a lo desconocido y los ayuda y guía en todo el proceso. 
En esta oportunidad, construí dos rúbricas y una, la holística, desconocida por mí hasta el momento. Es decir, sabía que existía pero nunca antes la había confeccionado y mucho menos empleado.
Esta es la primera de las rúbricas que confeccioné para evaluar la producción de una línea de tiempo sobre los principales periodos de la historia de la literatura de Grecia y Roma antiguas. De hecho, muchos alumnos realizan esta línea para preparar el examen final y ubicar todos los contenidos en ella. Qué mejor que construir una rúbrica que guíe su confección y la evalúe.
Esta es la segunda de las rúbricas, la holística, que confeccioné para evaluar la producción colaborativa de un podcast sobre la continuación del Canto IV de Odisea, un canto que solemos analizar en profundidad en clase. Combina la evaluación de aspectos conceptuales con la valoración de aportes creativos a partir de la reescritura del texto original. 

Ambas supusieron un desafío pero también una gran utilidad. Es innegable el poder del instrumento en sí para las dos partes implicadas en el proceso: profesores y alumnos, ¿por qué no emplearlas entonces?
Espero también sea para ustedes de gran utilidad la implementación de estos instrumentos. ¿Terminamos con un poco de humor?

Yo creo que sería conveniente este tipo de alumnos... 

Antes que este otro...

¿Vos qué pensás?



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